Finalmente, llegó el día de la hecatombe arancelaria dictada por Donald Trump. El presidente de los Estados Unidos cumplió lo prometido y ayer se anunciaron los aranceles con los pretende blindar al país de la competencia internacional en su anhelo de relanzar la industria estadounidense.
Experiencias pasadas ya mostraron que el proteccionismo no suele traer nada bueno, pero el mandatario sigue en sus trece, pese a que los expertos advierten que una guerra arancelaria entre potencias económicas es un juego en el que todos perdemos. Aunque no impacte por igual a todos los países y sectores, como explicábamos en este artículo.
¿Cómo afectan los aranceles a nuestras empresas?
Las incógnitas al fin se resolvieron. Trump impone un arancel general del 10% a todas las importaciones y se ensaña particularmente con los países que entiende que se “aprovechan” de Estados Unidos, entre los que se incluyen los que conforman la Unión Europea, a los que se fija una tasa del 20%.
Además, pone en el punto de mira en los países asiáticos: China (34%), Japón (24%), India (26%), Corea del Sur (25%), Taiwán (32%), Vietnam (46%), Bangladesh (37%), etc.
Asimismo, se establece un arancel del 25% a la importación de vehículos fabricados fuera del país norteamericano, una medida que ya había adelantado y que afecta especialmente con Europa.
Hace algunos días contábamos que la Cámara de Comercio de España considera que el impacto directo de los aranceles impuesto por Trump a la Unión Europea es limitado para las empresas españolas.
Esto se explica porque nuestra balanza comercial con Estados Unidos es deficitaria. Es decir, importamos más de lo que exportamos. Por tanto, estamos menos expuestos que otros socios comunitarios, como Alemania, Italia o Francia.
Sin embargo, también hay que tener en cuenta los impactos indirectos. “Las exportaciones de productos de nuestros socios europeos al mercado estadounidense incorporan valor añadido producido en España. Una suerte de exportaciones indirectas a Estados Unidos, por la vía de las cadenas globales de valor, que también podría verse en riesgo ante el rearme arancelario anunciado por la Administración Trump”, destaca la Cámara de Comercio de España.
Y a esto habría que añadir el posible impacto sobre las exportaciones españolas de servicios no turísticos, ya que parte de estas ventas de servicios están directamente vinculadas al comercio de bienes.
Tampoco podemos obviar la incertidumbre que genera esta situación en las empresas. De acuerdo con el último ‘Estudio de la gestión del riesgo de crédito en España’, elaborado por Crédito y Caución e Iberinform, la incertidumbre arancelaria afecta al 48% de las empresas españolas.
En este contexto, 1 de cada 4 compañías prevén una reducción de sus márgenes comerciales (26% de las consultadas) o esperan que se incrementen sus costes de aprovisionamiento (25%). Igualmente, el 6,5% de las empresas esperan que los mayores aranceles provoquen un deterioro del riesgo de crédito de su cartera comercial.
Además, el 13% de ellas vaticinan una caída de las ventas, mientras que un 5,4% pronostican mayores costes laborales y un 5% esperan una pérdida de clientes.
Asimismo, la creciente incertidumbre del entorno económico general es el principal reto que afronta el tejido productivo en su operativa diaria, ya que el 43% de las empresas encuestadas destaca este factor.
Los siguientes desafíos citados por las compañías son la evolución de los costes laborales (39% de las empresas), las cargas burocráticas y normativas (36%), la escasez de márgenes comerciales (35%), la dificultad para captar nuevos clientes (30%), el incremento de la competencia (29%) y los crecientes costes de producción (24%).
Frenazo en el sector del automóvil
Uno de los aranceles que más afecta a la economía española y europea son los impuestos a la importación de vehículos fabricados fuera de Estados Unidos, que Trump ha fijado en el 25%,
El automóvil siempre ha sido un baluarte de la industria estadounidense, dando empleo a más de un millón de personas. Trump cree que los aranceles servirán para proteger los intereses de los grandes fabricantes estadounidenses, como Ford, General Motors o, como no, Tesla.
Esta medida podría beneficiar (o no) a la empresa de Elon Musk, que se está viendo lastrada por la deriva trumpista del magnate de origen sudafricano, un asunto que abordábamos en este artículo.
Crédito y Caución señala que Estados Unidos es el principal destino de la automoción europea, acaparando el 20% de las exportaciones. Por tanto, los aranceles dejan a la industria comunitaria en una situación de vulnerabilidad, tal y como informábamos.
Concretamente, estima que el sector podría caer más del 5% en 2025 en Alemania o Italia. España y Francia dependen menos de las ventas a Estados Unidos, pero el descenso se podría situar en torno al 2%.
“La combinación de una menor demanda de exportaciones, mayores costes de los insumos y márgenes de beneficio cada vez más reducidos perjudicaría gravemente la competitividad de la industria automotriz alemana y de Europa Central y del Este, que ya están bajo presión debido a un rendimiento empresarial moderado y un mayor riesgo de crédito”, apunta Jens Stobbe, director de riesgos en Alemania de la aseguradora.
Las exportadores de vino tiemblan
Las bodegas españolas también se podrían ven especialmente afectadas por el proteccionismo de Trump, aunque se libran por el momento. El presidente estadounidense prometió hace algunos días que se establecería un arancel del 200% a todos los vinos, champanes y productos alcohólicos procedentes de la UE.
Afortunadamente, este gravamen no ha salido adelante en esta ronda de aranceles, pero la impredecibilidad hace que sea imposible saber si acabarán imponiéndose en otro momento.
En caso de que llegara a suceder, esto supondría prácticamente un cierre total al vino español en Estados Unidos. Con mucho esfuerzo, muchas bodegas están empezando a hacerse un hueco en el mercado estadounidense, por lo que las barreras que ahora se imponen truncan su proyección.
Los aranceles afectan gravemente a la competitividad de las exportaciones españolas frente a los productores estadounidenses, algo que podría poner en riesgo la estabilidad financiera de los productores que tengan una fuerte dependencia del mercado estadounidense, según indica el despacho de abogados Abencys.
Aunque esta situación no es nueva. “El sector del vino en España ha experimentado previamente los efectos de políticas arancelarias restrictivas. Durante el primer mandato de Donald Trump, la amenaza de nuevos aranceles ya llevó a muchas bodegas a buscar alternativas de diversificación de mercados y estrategias financieras para mitigar el impacto”, anota el bufete.
Sin embargo, un escenario con un arancel del 200% es muy complicado, ya que este gravamen supone una barrera prácticamente insalvable para las exportaciones, por lo que afectaría a la liquidez de las bodegas.
Ante este panorama, las bodegas con una alta exposición al mercado estadounidense deberían considerar diversas estrategias para proteger su viabilidad. “Las empresas del sector vitivinícola pueden explorar mecanismos como la reestructuración financiera, la renegociación de contratos con distribuidores o incluso la búsqueda de nuevos mercados para diversificar riesgos”, detalla Alejandro Ingram, abogado y socio de Abencys.
Y el despacho también aconseja “revisar los procesos internos y adoptar medidas con el objetivo de optimizar los costes y mejorar la eficiencia operativa”, con el fin de mantener la competitividad y la rentabilidad en un escenario de reducción de ingresos.
