Según el último informe The Spanish tech ecosystem de Dealroom, publicado el pasado mes de mayo, España ocupa el séptimo puesto en el entorno europeo en la creación de valor de empresas surgidas como spin off de alguna universidad. Reino Unido y Alemania encabezarían el ranking.
El posicionamiento nacional no es malo, pero la representación de proyectos impulsados por investigadores y científicos en el ecosistema nacional es todavía muy minoritaria. Para impulsarlo y dar visibilidad a este tipo de emprendimiento, hace ocho años que la Fundación Damián Rodríguez Olivares, más conocida como Fundación DRO, organiza el Congreso Nacional de Científicos Emprendedores, que este año se celebrará los días 28 y 29 de noviembre.
Después de ocho ediciones, el congreso puede considerarse un barómetro fiable para ver la progresión del interés de los científicos e investigadores por el emprendimiento. Carlos Cosculluela, director del evento, nos lo cuenta.
EMPRENDEDORES: ¿Podría hacer una comparativa entre el primer congreso que celebraron en 2017 y la última edición?
CARLOS COSCULLUELA: “El primero lo celebramos en Valencia con alrededor de 120 asistentes, la mayoría investigadores, emprendedores, consultorías y algún que otro inversor. El año pasado logramos una asistencia cercana a las 250 personas y conseguimos generar más de 500 encuentros entre emprendedores científicos e inversores. Incorporamos también una competición de startups con la participación de 10 proyectos y un doble premio: uno al proyecto de mayor impacto social y otro al más invertible. Otra novedad introducida fue la habilitación de espacios de networking para crear una comunidad en la que intercambiar saberes, compartir experiencias y sentirse acompañado.
EMP.: ¿Diría, entonces, que el emprendimiento científico goza de buena salud?
C.C.: Diría que el interés es creciente, pero que queda todavía un largo trecho para normalizarlo y ganar peso en el ecosistema. Tampoco quiero decir que el esfuerzo corresponda solo a los investigadores en un país en el que todavía predomina la mentalidad funcionarial por encima de la emprendedora.
EMP.: ¿Cuáles son los principales errores que observa en los proyectos que llegan a la Fundación?
C.C.: También aquí ha habido una mejora notable. Cada vez nos llegan proyectos más elaborados y con una perspectiva de negocio. Pero claro, al final, pocos se convierten en investigadores para orientarse a emprender, en la mayoría de los casos es una opción que se plantean después. Así que si tuviese que señalar los dos principales errores que sigo apreciando en algunos de los proyectos son la falta de visión de mercado y la escasa implicación de los promotores en la creación y desarrollo de la empresa. Muchos esperan que sean otros los que se encarguen de eso, resguardándose en la falta de recursos económicos y la deficiente formación económica.
EMP.: ¿Tan baja es la formación financiera?
C.C.: Ahora, ya no. La mayoría pasa por programas de incubación y aceleración que les familiariza con este mundo y cursan másteres especializados. Tienen una mentalidad mucho más abierta.
EMP.: ¿Cuánta patente se queda en el cajón?
C.C.: No sabría decir exactamente cuanta, pero sé que es mucha.
EMP.: ¿Cuáles son los científicos más emprendedores?
C.C.: Tal vez sean las ingenierías las que más se prestan al emprendimiento, pero empiezan a surgir también muchas empresas relacionadas con la biotecnología y la medicina.
Las principales barreras
EMP.: ¿Cuáles son las principales barreras con las que se encuentran?
C.C.: La primera es la burocracia. Si este es ya un hándicap para constituir en España una empresa del tipo que sea, cuando hablamos de una spin off nacida en una universidad, todavía lo es más porque las negociaciones con las instituciones docentes son arduas y lentas. La segunda sería la financiación. Hablamos de proyectos de alta incertidumbre y que requieren de capital intensivo y paciente. A veces, tiene que pasar una década para que un inversor en este tipo de proyectos empiece a ver un retorno.
EMP.: ¿Y no favorece la inversión y el apoyo de fondos públicos la procedencia de una cuna universitaria o un centro de investigación?
C.C.: No creo. Al fin y al cabo, los criterios de selección que se aplican son para todos los mismos.
EMP.: ¿Cuáles son las expectativas para el VIII Congreso Nacional de Científicos Emprendedores?
C.C.: Al menos, revalidar las cifras del año pasado, aunque confiamos en superarlas. Por lo demás, el objetivo siempre ha sido dar visibilidad a los científicos que han emprendido para convertirlos en referente e inspirar a otros investigadores.
EMP.: ¿Se siente especialmente orgulloso de alguno de los emprendedores que ha pasado por el congreso?
C.C.: De todos, pero hay alguien a quien tenemos especial cariño en la Fundación que es Isabel Portero, fundadora y CEO de Biohope, una empresa dentro de la biotecnología sanitaria que desarrolla herramientas diagnósticas para la personalización del tratamiento en pacientes con enfermedades inflamatorias crónicas. Cuando Isabel vino al congreso por primera vez lo hizo para aprender como oyente y ahora lo hace en calidad de ponente.
¿Cómo es el perfil de un emprendedor científico?
Según la Fundación DRO, las características clave de su perfil son:
- Curiosidad: El científico emprendedor busca nuevas preguntas que resolver y problemas que abordar. Esta curiosidad no sólo lo lleva a profundizar en su área de investigación, sino a explorar cómo sus descubrimientos pueden tener un impacto en el mundo real, ya sea en forma de productos, servicios o nuevas tecnologías.
- Inquietud e inconformismo: No se conforma con la carrera profesional tradicional o las rutas convencionales. Siempre está buscando maneras de desafiar y mejorar en su disciplina científica o en el mercado. Esta inquietud puede llevarle (a veces, sin saberlo) a ser visionarios, capaces de prever nuevas oportunidades o nichos antes que el resto.
- Pasión por el impacto social o ambiental: Muchos científicos emprendedores ven en su trabajo una oportunidad para mejorar el mundo, ya sea a través de avances en la medicina, la sostenibilidad o la tecnología. Su motivación no es sólo financiera, sino también altruista, impulsada por un deseo de generar un impacto significativo. En muchas ocasiones anteponen lo social a lo económico.
- Valentía: Emprender desde la ciencia es complicarse la vida ya que implica no sólo enfrentarse a la incertidumbre en la investigación científica, sino también asumir riesgos financieros, comerciales y personales.
“Se podría decir que el científico emprendedor es una combinación de curiosidad, rigor analítico, inquietud, valentía y pasión por el impacto. La capacidad para transformar el conocimiento en innovación tiene un potencial inmenso para generar soluciones que cambian el mundo”, subraya Cosculluela.
El congreso
La octava edición del Congreso Nacional de Científicos Emprendedores tendrá lugar los días 28 y 29 de noviembre en la sede de la Fundación Botín de Madrid. Lo organizan la Fundación Damián Rodríguez Olivares, referente, nacional en emprendimiento científico, y la Fundación Botín, con más de veinte años de experiencia apoyando la transferencia de tecnología e innovación de base científica y a quien Carlos Cosculluela considera el socio perfecto.
El congreso dará protagonismo a las startups y spin offs, con el fin de animar a los investigadores interesados en dar el salto al emprendimiento. Con este objetivo, la charla inaugural la dará Marisol Quintero, CEO de Highlight Therapeutics, empresa dedicada a terapias contra el cáncer.
También se celebrarán varias mesas redondas que reunirán a más de 25 ponentes líderes en sus respectivos campos de trabajo, quienes ofrecerán su visión como expertos en ciencia, innovación y emprendimiento. Entre otros intervendrán conferenciantes como Ignasi Belda, director general Agencia Española de Supervisión de la Inteligencia Artificial (AESIA); Almudena Trigo, fundadora de Beable Capital, y Bosco Emparanza, fundador de MOA Foodtech.
Los días previos al evento están programadas una serie de actividades formativas, divulgativas y de networking diseñadas para crear sinergias entre los diferentes actores del sector. Entre ellas, una jornada para las entidades de enlace de la innovación tecnológica de la Comunidad de Madrid; un TEI BIo, en el que alrededor de una barra de bar se fomentará el espíritu innovador y el intercambio de ideas con un tono informal y distendido, y un taller de emprendimiento científico, que dará a conocer entre los participantes los primeros pasos y errores más comunes en el proceso de emprender a través de casos reales.
Para impulsar el crecimiento de las empresas, se organizarán reuniones bilaterales entre inversores y startups. Esto también facilitará las relaciones entre todos los actores del ecosistema emprendedor científico.
El congreso cuenta con la colaboración de la Comunidad de Madrid, a través de la Consejería de Educación, Ciencia y Universidades, y de HOFFMANN EITLE, agencia de propiedad industrial integrada por agentes europeos de patentes y marcas y agentes españoles de la propiedad industrial. También colaboran E2IN2, proyecto especializado en dar apoyo a iniciativas emprendedoras singulares, y Kinrel, que da soporte a investigadores y gestores de innovación y transferencia tecnológica en el sector de la I+D+i.