“La psicología positiva, respaldada por numerosos estudios científicos, ha demostrado que el equilibrio entre trabajo y vida personal es un componente esencial para el bienestar general de las personas. Los empleados que están bien trabajarán bien, y esta afirmación, aparentemente tan evidente, es la que, sin embargo, no ha provocado un aumento de la preocupación por el bienestar de los trabajadores hasta hace apenas unos años. Sumado a ello, no podemos dejar de lado el escenario de desarrollo digital en el que nos encontramos y que ha provocado nuevas demandas y perspectivas en el contexto laboral”, asegura Isabel Aranda, chief content officer de Therapyside y vocal de la junta de gobierno del COP Madrid.
En este marco, surge la propuesta de una jornada laboral de cuatro días, “que ha suscitado polémica, debido a la incertidumbre sobre sus implicaciones. A la par que ilusionados, muchos empleados se han mostrado preocupados por una posible reducción salarial proporcional a las horas no trabajadas o la probabilidad de exposición a una mayor carga de trabajo”, apunta esta experta.
Desde el punto de vista psicológico –subraya Aranda–, no cabe duda de que esta reducción de horas puede aumentar la motivación, disminuir el estrés y mejorar la salud mental de los trabajadores, pero ante una cuestión que podría transformar de forma tan determinante la estructura actual, esta experta considera esencial analizar sus ventajas e inconvenientes.
Principales beneficios
Por ejemplo, la posibilidad de tener más tiempo para actividades recreativas, familiares y de autocuidado por parte de los trabajadores, lo que se traduce en una mejor salud mental. Asimismo, al contrario de lo que se podría pensar, trabajar menos días puede aumentar la productividad y un empleado descansado y con una mejor calidad de vida tiende a ser más eficiente y creativo en sus horas laborales.
Por su parte, las implicaciones para el mundo empresarial son numerosas. Un mayor atractivo para los trabajadores que se traduciría en una mayor retención de talento, un menor consumo de recursos, que implicaría reducción de los costes diarios o la adopción de tecnologías más avanzadas o sistemas de trabajo más ágiles, son algunas de ellas.
Principales desafíos
Pero, no todo es de color de rosa e implementar una jornada laboral de cuatro días también supone: la reestructuración del trabajo actual, la exposición a posibles resistencias tanto a nivel directivo como entre los propios empleados, un cambio de mentalidad que implica más confianza en la autonomía del trabajador o un impacto en sectores específicos como la hostelería o el retail, donde podrían surgir complicaciones a la hora de aplicarla. Son algunos de los retos a los que se enfrentan las organizaciones que se comienzan a plantear esta reducción de jornada.
La propuesta de una semana laboral de cuatro días es, para Aranda, más que una tendencia. “Representa una reflexión sobre cómo concebimos el trabajo y la vida en general. Desde un punto de vista psicológico y empresarial, tiene el potencial de transformar el bienestar de los empleados y el modo en el que las empresas operan. Sin embargo, su implementación efectiva requiere de un enfoque equilibrado, considerando tanto las ventajas como los desafíos inherentes”.
Así, para esta experta, el debate es más que una simple cuestión de gestión del tiempo o eficiencia empresarial. “Se trata de una profunda revisión de nuestra relación con el trabajo; de cómo el trabajo y el tiempo personal interactúan y afectan a la salud mental, al bienestar y a la productividad de las personas. A medida que más datos y estudios emergen, tenemos más evidencia de que otras perspectivas laborales son posibles. Solo así podremos construir un futuro laboral que no solo sea sostenible, sino también beneficioso para todos los involucrados”.
