Son muchos los que piensan que la reducción de la jornada laboral en España se va a aprobar sí o sí. Da igual lo que digan la patronal, las empresas o los expertos en economía.
La intención del ejecutivo es que la jornada laboral en España pase de las 40 horas actuales a 37,5 y sin merma salarial de ningún tipo. A una oferta tan tentadora no hay trabajador que se resista. Distinto sentir tienen parte de los empresarios quienes, además de un aumento en la carga salarial, temen por la pérdida de productividad, métrica en la que no vamos muy sobrados.
El III Barómetro -marzo 2024- sobre productividad y eficiencia de Adecco Outsourcing alertaba de una caída en el nivel de productividad y eficiencia media en España situándola en 49,35 puntos en una escala de 0 a 100, es decir, 5,05 puntos porcentuales menos que el año anterior. Decía, además, que 1 de cada 5 empresas españolas (20,83%) tiene un nivel de productividad y eficiencia nula y un 16,57% lo tienen bajo o muy bajo. Todo ello cuando el mercado laboral lleva meses marcando récords de afiliación en nuestro país.
Pero los hay también quienes consideran que vincular la productividad a las horas trabajadas resulta un mensaje capcioso porque no hay evidencia que respalde que más horas de trabajo equivale a más productividad.
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Novedades de la propuesta legal
En pleno proceso de negociación y de ‘diálogo’ social sobre lo que todavía es solo un borrador del anteproyecto de ley, igual es un poco precipitado hablar de la ley pero sí se puede comentar a grandes rasgos lo que propone y las posibles consecuencias que acarrearía.
Horas de trabajo. La intención es pasar de la jornada laboral actual de 40 horas semanales a 37,5. La implantación sería progresiva de manera que en se empezaría con 38,5 horas semanales para alcanzar, en enero de 2025, las 37,5 al año siguiente. Teniendo cuenta lo enrocadas que están las negociaciones, parece complicado ajustarse a estos plazos.
El registro del horario. Obligatoriamente deberá ser digital y permitir que se pueda identificar inequívocamente al trabajador. Además, la Inspección de Trabajo y los representantes sindicales tendrán acceso remoto a dichos registros garantizando el acceso mediante un sistema con interoperabilidad que permita compartir e intercambiar su información y sus datos. Las empresas tendrá que conservar los registros durante cuatro años.
El borrador de Trabajo remite a un reglamento, que prevé aprobar en el plazo de seis meses, para el desarrollo de los contenidos legales del registro, y establece que la concreción sobre el funcionamiento del mismo se fijará mediante negociación colectiva o acuerdo de empresa o, en su defecto, por decisión del empresario previa información y consulta con los representantes sindicales.
Multas El Ministerio de Trabajo y Economía Social contempla multas de hasta 10.000 euros por trabajador a las empresas que incumplan con el registro horario y la reducción de la jornada semanal. Esto supone un endurecimiento de las sanciones actuales en materia de jornada por dos vías: en primer lugar, porque se multará a las empresas por cada trabajador con el que se incumplan las normas y no de manera global, y en segundo, porque el importe de las multas, tipificadas como infracción grave de los empresarios, serán más cuantiosas, pasando de un máximo de 7.500 euros a 10.000 euros.
Contratos a tiempo parcial. Según el borrador, los contratos a tiempo parcial con una prestación de trabajo de duración igual o superior a 38,5 horas semanales en 2024 o 37,5 horas en 2025 se convertirán automáticamente en contratos de trabajo a tiempo completo. En supuestos distintos, Trabajo establece que los trabajadores a tiempo parcial tendrán derecho a seguir realizando el mismo número de horas de trabajo que viniesen efectuando antes de la entrada en vigor de la norma que regula la reducción de jornada. Asimismo, tendrán derecho al incremento proporcional de su salario, según proceda.
Jornada reducida. Asimismo, el texto contempla que los trabajadores con jornada reducida tendrán derecho a seguir realizando el mismo número de horas que viniesen efectuando antes de la entrada en vigor de esta norma, con los mismos efectos salariales que los previstos para los contratados a tiempo parcial. Se establece además que seguirán siendo de aplicación transitoria los umbrales legales exigibles a las reducciones de jornada en el momento de su inicio y hasta que decaigan tales reducciones, con el límite absoluto del 31 de diciembre de 2025.
Nada de aumentar las horas extraordinarias. En el documento de Trabajo no se contempla intercambiar jornada ordinaria por jornada extraordinaria, es decir, un aumento de las horas extraordinarias para compensar la rebaja de la jornada ordinaria o picos de trabajo.
Los autónomos. Aquí pasa, más o menos lo de siempre, que la ley no va con ellos aunque sean 3 millones y muchos de ellos sean falsos autónomos.
En el contexto europeo
Según afirman en Personio, en España, el límite máximo de la jornada laboral está fijado en 40 horas semanales desde junio del año 1983. Pero hay que tener en cuenta que, a través de las distintas negociaciones colectivas que se han producido, algunos sectores ya realizan por convenio menos horas de las estipuladas como tope máximo.
Esto también ocurre en otros países como Italia, Portugal, Suecia, Noruega o Finlandia, que también establecen un máximo de 40 horas de trabajo a la semana. E incluso en aquellos con un límite superior al de España, como ocurre en Alemania con un máximo de 48 horas semanales.
Si atendemos a la media de las horas que se realizan en la práctica y según los últimos datos de Eurostat de 2022, vemos que España se sitúa en 40,4 horas, por delante de países como Suiza (43,3), Portugal (41,3) o Italia (40,5), entre otros. Igual que España, en otros países como Alemania, Irlanda o Bélgica, también se realizan de media 40,4 horas, mientras que en Finlandia (38,7), Dinamarca (39,1) u Holanda (39,4), la diferencia es algo inferior.
El caso de Grecia
No obstante, en pleno debate nacional de la reducción de jornada ha impactado la noticia de Grecia con otra reforma de la jornada, pero a la inversa. El país heleno acaba de poner en práctica un experimento de aumento de la jornada a seis días a la semana, esto es, hasta un total de 48 horas trabajados de forma voluntaria. El cambio no es gratuito porque los empleados recibirán un 40% más de salario por hora el día adicional Si ese sexto día es un domingo o feriado, el aumento asciende al 115%.
Asocian la medida a la necesidad de poner fin al problema de pluriempleo, impulsado en gran medida por la inflación, y mejorar la productividad así atraer inversión extranjera. La iniciativa del Gobierno griego pretende además mejorar el aprovechamiento del personal cualificado y reducir a la vez la economía sumergida.
Mesa de diálogo social
Por los representantes sindicales, se habría dado carpetazo al asunto desde el primer día que leyeron la propuesta del borrador. Los rebeldes en esta partida son los empresarios que, además se verse agraviados se sienten ninguneados.
Los primeros en alzar la voz ha sido la CEOE para cuyo presidente, Antonio Garamendi, la reforma es como cambiar las normas del juego a mitad del partido además de calcular que la nueva jornada equivaldría a regalar casi 12 días de vacaciones pagadas por empresa y empleado al año.
Tampoco Cepyme (Confederación de Pequeñas y Medianas Empresas) tardó en sumarse a las protestas dejando constancia de ello en un manifiesto publicado a comienzos de julio. Lamentan en este “la aprobación continuada de medidas intervencionistas en contra de la empresa española” y dan “voz al hartazgo y a la preocupación de la pyme española por las consecuencias de las políticas gubernamentales en relación con la empresa”.
Lorenzo Amor, en su calidad de presidente de la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA), ha sido el último en manifestarse pidiendo medidas compensatorias para evitar “un serio impacto” por la reducción de la jornada. En un programa radiofónico reclamaba, además, abordar el tema de la reducción de la jornada laboral “sin imposiciones ni ultimátums”.
Así las cosas, al Ministerio de trabajo no le ha quedado otra que rebajar el tono y retomar unas negociaciones con todas las partes implicadas que empezaron ya en enero de 2024.
La opinión de los emprendedores
Cierto que aquellas empresas que han querido reducir la jornada no han tenido que esperar al dictamen del regulador. En España contamos con algunos ejemplos a los que la fórmula les funciona. Pero no todos piensan igual.

José J. Burgos: “Hay que recuperar el clima de diálogo”
Para el CEO y cofundador de Fresh People lo prioritario y fundamental es retomar el clima de diálogo, sin dejar fuera del mismo a ninguna de las partes implicadas. En opinión de este emprendedor y experto en Recursos Humanos, aprobar una disposición de esta magnitud sin alcanzar el consenso sincero de todas las partes puede derivar en trampeo.
En esta línea contempla la posibilidad de que las empresas en desacuerdo con la reducción de jornada y que teman una caída de la productividad empiecen a trabajar por objetivos de manera que el empleado, más que las horas trabajadas, se guíe por su alcance.
Entiende también que la ley debería hilar fino y contemplar las diferencias sectoriales, desempeños laborales o necesidades y tamaño de cada empresa si no se quiere caer en el riesgo de discriminación. Observa también la realidad del tejido empresarial en España donde más de la mitad de las empresas nacionales no tienen asalariados. Según el informe Cifras pyme de abril 2024, de las e 2.944.407 censadas en España, 1.340.814, entre todos los tamaños, cuentan con asalariados.
“El problema es que la reforma afecta a todas por igual, tengan 500 o tengan menos de 5 empleados, que son la mayoría”, dice José J. Burgos. En cualquier caso, sabe que la tendencia en todo el mundo es a trabajar menos conforme vaya avanzado la tecnología y se arbitre una fórmula que absorba el actual sistema de pensiones por eso su llamamiento es, sobre todo al sosiego y a recuperar la cultura del diálogo y la negociación.

Jaime Guillot: “Mejorar la calidad de vida de los empleados”
Jaime Guillot, Executive Chairman de FlexmyRoom se declara a favor de la reducción de la jornada laboral. A su juicio, “esta medida podría mejorar la calidad de vida de los empleados ya que permitiría un mejor equilibrio entre el trabajo y la vida personal, lo cual es beneficioso para su salud mental y física”.
Argumenta también la existencia de “estudios que demuestran que jornadas laborales más cortas pueden aumentar la productividad, dado que los empleados están más concentrados y motivados durante su tiempo de trabajo”. A la vez lo ve como una posible “ventaja competitiva a la hora de atraer y retener a los mejores talentos”.
Dicho lo bueno, advierte de que habría que considerar “que las empresas podrían asumir costes adicionales al tener que contratar más personal para cubrir las horas que dejan de trabajar los empleados, y podría impactar en la competitividad, especialmente en sectores donde las empresas extranjeras no tienen las mismas restricciones”.
Como solución alternativa plantea la implementación de horarios flexibles que permita a los empleados adaptar la jornada de trabajo a sus necesidades, así como fomentar el teletrabajo teniendo en cuenta que esto reduce el tiempo de los desplazamientos. Otra opción que propone es la semana laboral comprimida, donde los empleados trabajan el mismo número de horas en menos días, proporcionando así más días libres sin reducir su salario.
“También es beneficioso ofrecer guarderías y otros servicios en el lugar de trabajo, y ampliar las políticas de licencias familiares y por enfermedad para ofrecer más flexibilidad a los empleados sin que tengan que preocuparse por perder su salario”, concluye.
Ya en el supuesto de que la ley se aprobase tal cual está hoy el borrador, reconoce que tendrían que adoptar algunas medidas en la empresa para ajustarse a ella y “asegurar que los números cuadren”. Como parte positiva, señala el alto nivel de automatización de procesos en la compañía, la aplicación del teletrabajo para la mayoría de los empleados y la flexibilidad de horarios de manera que “el impacto no sería muy grande a nuestra forma de trabajar en la actualidad”.

Libia Renza: “Lo más importante es la distribución de la carga de trabajo”
“Desde mi punto de vista, la reducción de jornada es algo que puede adaptarse en el mundo de la consultoría ya que debemos tener en cuenta que en este sector trabajamos por objetivos. En este caso, lo más importante es poder hacer una buena estimación del trabajo a realizar y distribución de la carga dentro de la organización. La clave está en tener una organización interna adecuada y saber realizar una asignación eficiente” sostiene Libia Renza, Head of Delivery Quality GELLIFY Iberia.
Entre las ventajas que observa en la reducción de la jornada señala la conciliación familiar, el bienestar personal y mayor productividad “siempre y cuando se limiten muy bien las tareas asignadas y la definición de roles y responsabilidades dentro de un equipo”, matiza. En el otro lado de la balanza habla del riesgo de aumentar la carga de trabajo “si no se hace una distribución adecuada de las actividades a realizar, según su rol”.
En cuanto a las alternativas que plantea, son muy similares a las propuestas por Jaime Guillot: flexibilidad de horarios, semana laboral comprimida, teletrabajo e implementación de programas de apoyo a las familias. En caso de que la ley se aprobase, reconoce que la empresa tendría que mejorar la operativa interna de los procesos.

Lula de León: “las desventajas dependen de cada sector”
También la CEO Leemons vería con buenos ojos la reducción de jornada convencida de que ellos “no necesariamente implica una reducción del rendimiento. Al contrario, las experiencias en otros países e incluso en España han revelado que la productividad se mantiene o se mejora”.
Desde su punto de vista las ventajas son claras: “reducir las horas laborables crea espacios para la vida personal mucho más accesibles, donde la energía se mantiene (no llegan agotados o agotadas al final del día), tienen tiempo para continuar formándose, si lo desean, en temas que les interesan, o pueden participar en iniciativas de impacto como, por ejemplo, voluntariado…”
En cuanto a las desventajas, considera que dependen de cada sector y cada desempeño laboral. En este sentido habla de “puestos de atención al público donde los turnos se descuadran o consultoras con modelo de body shopping, donde la facturación por hora se reduce. Los puestos de trabajo con turnos de 8 horas (vigilancia y seguridad por ejemplo o servicios sanitarios) también se ven perjudicados al no poder cuadrar las planillas. Pero, también es cierto que hay sectores como la sanidad donde ya llevan tiempo demandando una regulación al nivel de otras profesiones; quizá la jornada reducida obligue a legislar correctamente los derechos laborales de, por ejemplo, las enfermeras.
Los empleados de Leemons pueden disfrutar ya de horario flexible o teletrabajo por lo que cree que, en su caso, “no notaríamos la diferencia. Aunque habrá que ver cuál será el modelo a aplicar en cuanto a bases de cotización, seguridad social, etc para tener números reales”.
Otras voces
La propuesta de la reducción de la jornada va calando poco a poco entre las pymes y autónomos españoles. Al menos eso es lo que se extrae del II Informe de Pymes y Autónomos de España de Hiscox.
Según este, el 31% de estas empresas consultadas para su estudio cree que beneficiará a su rendimiento y productividad mientras que un 28,2% se declara favorable. Además del aumento de la productividad, un 17,1% cree que aumentará la satisfacción de los trabajadores, un 15,2% piensa que favorecerá a la conciliación y un 1,4% al descanso. Por otro lado, un 11,3% afirma tener esta medida implementada ya, por lo que su entrada en vigor no le afectará.
Sin embargo, el informe también revela la otra cara de la moneda y, en este sentido, casi dos de cada tres pymes y autónomos, un 58,8%, cree que no será beneficiosa. Entre las razones por las que así lo piensan, un 40% afirma que no se ajusta al perfil de la empresa, un 17,1% cree que la productividad descenderá y un 10,1% cree que provocará problemas económicos. Asimismo, de estas empresas y profesionales, un 3,8% la tiene implementada ya, por lo que su entrada en vigor no le impactará.
Lo que sí dicen tener implementado el 42,1% de las pymes consultadas es el teletrabajo como beneficio social y medida para retener el talento, un porcentaje que asciende del 30,9% del año anterior. No obstante, estos porcentajes varían en función del número de empleados, facturación, antigüedad y por sectores siendo más habitual en las de mayor tamaño.