La pandemia de la Covid-19, la crisis de la cadena de suministro, la guerra de Ucrania, la subida de los tipos de interés, una inflación desbocada… Las piedras en el camino que han tenido que sortear las empresas en los últimos años han sido muchas.
Han sido demasiados obstáculos, provocando que algunas de ellas se queden por el camino. Y las que peor lo han pasado han sido aquellas que se crearon justo antes de la pandemia, que, poco después de echar a andar, tuvieron que enfrentarse a una situación nunca antes vivida y, por supuesto, totalmente imprevista.
De hecho, bastantes de ellas se han visto obligadas a echar el cierre. Según los datos de Iberinform, el 29% de las compañías creadas en 2019 ya no existen.
Aunque no conviene alarmarse. Iberinform asegura que, aunque el porcentaje de compañías creadas hace cuatro años que ya no existen parezca muy elevado, lo cierto es que las tasas de supervivencia empresarial se encuentran muy cerca de los niveles históricos a largo plazo, puesto que el periodo crítico para la consolidación de una empresa tiene lugar a partir del tercer año, donde se multiplica la mortalidad empresarial.

“En 2020 y 2021 sí observamos un deterioro generalizado de las tasas de supervivencia empresarial, pero 2023 está marcado por una recuperación de estos indicadores. Aunque las tasas de mortalidad empresarial puedan parecer altas, lo cierto es que hemos recuperado ya la normalidad prepandémica. Entre las empresas que están en su cuarto año, porque fueron fundadas en 2019, las tasas de cierre son muy similares a las que mostraba el tejido productivo en los años previos, lo que quiere decir que los estímulos fiscales y las moratorias concursales protegieron su supervivencia en un periodo excepcional”, subraya Ignacio Jiménez, director general de Iberinform.
La compañía explica que es normal que una startup consuma más recursos de los que es capaz de generar. De este modo, la inyección inicial de capital permite a la inmensa mayoría de los proyectos empresariales cumplir sin problemas los primeros 24 meses de vida.
Años críticos para las empresas
Tal y como vemos en el anterior gráfico, la tasa de supervivencia es del 99% de las empresas en su primer año y del 98% el segundo. Sin embargo, el tercer y cuarto año son críticos.
A partir de ese punto, las empresas que no son capaces de generar números negros afrontan un futuro muy incierto. De hecho, el tercer año de vida es el que registra mayor mortalidad empresarial, ya que la tasa de supervivencia cae más de 14 puntos, situándose en el 84%.
Y el cuarto año es el segundo peor, puesto que la tasa cae otros 13 puntos, quedando en 71%. Es decir, uno de cada cuatro proyectos empresariales quiebra entre el tercer y el cuarto año de vida.
La situación se normaliza una vez cruzado dicho umbral, suavizándose la mortalidad empresarial, aunque continúa el goteo de compañías que no logran salir adelante.
El estudio de Iberinform pone de manifiesto que la mitad de las organizaciones no llegan a cumplir el décimo año, cuando la tasa de supervivencia queda recortada al 47%.
Sólo un tercio de las empresas sobrevive tras 15 años de vida, momento en el que alcanzan la madurez y la tasa se estabiliza. Así pues, en quince siguientes años de vida, del 15º al 30º, los ceses de actividad apenas incrementan en 8 puntos porcentuales. De este modo, un cuarto de las empresas lograr soplar las 30 velas.
Aunque los datos de Informa D&B son algo peores. Según su estudio ‘La creación de empresas en los últimos 30 años’, apenas sobrevive un 16,3% de las empresas nacidas en 1991, tal y como recogíamos en este artículo.