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Guillermo Ríus Asesor senior experimentado en consultoría, retail, automoción, TI y telecomunicaciones

Las pymes pueden ganar la guerra del talento

Este experto alerta de la huida de talento de las grandes empresas y explica cómo aprovechar esa ventaja para captarlo para tu negocio.

21/02/2025  Redacción EmprendedoresFirmas
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Las pymes pueden ganar la guerra del talento

“Nuestros empleados se van de la empresa, entre otras razones, porque no quieren parecerse a sus jefes”, dijo, descorazonado, el director de recursos humanos.

Los demás, miembros como él del comité de dirección, le miraban sin entender una palabra. ¿Quién no querría ser como ellos?

Míralos, allí, sentados cómodamente en la “sala de juntas”, decidiendo sobre el futuro de la compañía. Un sueño al que todos deberían aspirar, ¿no?

Sí, llevando estupendos coches de empresa a los que sólo se accede tras muchos años de entrega y sufrimiento por la empresa. ¿Quién no los querría?

Por no hablar de los salarios. ¿Quieres un salario mejor? ¡Conviértete en uno de nosotros! Aquí tienes una carrera profesional a largo plazo, chaval, no lo dudes. Pero mientras tanto, al menos, tendrás que estar siete años picando piedra. Para empezar a hablar.

Se va el talento de las empresas. Especialmente de las grandes. Las razones son numerosas y variadas, pero hay un denominador común.

“La empresa” como tal es una entelequia; como mucho, es una figura societaria. Pero, en el día a día, es el jefe de cada cual quien encarna la realidad del trabajo cotidiano. La gente no se cambia de empresa; se cambia de jefe.

Si lo hace bien, el jefe es quien debe proyectar los valores, las políticas, la visión de la empresa. Y quien debe ayudar a la evolución de su gente, sacando lo mejor de ellos (que, a menudo, ni siquiera ellos mismos conocen), y haciéndoles mejores profesionales, y por qué no, mejores personas.

Esto pasa menos de lo que debería. Y, claro, el talento joven de 2025 no es el de 1990.

Se aburren, no aprenden, no se les estimula, y diariamente ven un jefe, sí, al que no se quieren parecer. Lejos de ser una figura de referencia, un faro al que dirigirse, es un factor negativo, con frecuencia.

En concreto, recuerdo hace años una ocasión en que un importante director de un banco, todo reclinado en el butacón de su despacho, le dijo a uno de sus colaboradores, menor de 30 años: “Chaval, tú aquí tienes mucho futuro. Si te portas bien, puedes estar aquí… ¡toda la vida!”. En los ojos del chaval apareció una mueca de horror. No duró ni tres meses. Se fue a una startup, a ganar menos, a trabajar más. Y a sentirse mejor.

En una pyme, un joven con potencial puede aprender más rápido. Es posible que adquiera experiencias más variadas, si le dejan tocar más palos de la empresa. Quizás sus ideas se escuchen e incluso, se apliquen.

En una pyme, el talento está más cerca de la propiedad y la dirección de la empresa (que, a menudo, son una sola figura). No hay tantos intermediarios entre el visionario y el ejecutor, entre el propietario y la última incorporación.

En una pyme, seamos claros, es muy probable que haya menos grasa, menos burocracia.

Por tanto, amigo emprendedor, amigo pequeño empresario. ¡Qué gran oportunidad! ¡Una ocasión sensacional para nutrirse de un talento que huye de la empresa convencional… y para ser más competitivo. La capacidad de atraer y retener a largo plazo a las personas inteligentes, avispadas, con vocación por llegar lejos, te puede dar una ventaja competitiva frente a los grandes monstruos organizativos, trufados de inercias, normas y tareas administrativas que aportan poco.

En una sociedad donde el progreso se mide de manera diferente, ¿no son las pymes un caldo de cultivo ideal para que las personas talentosas den todo lo que pueden dar de sí?

Con una juventud que tiene unos valores distintos a los clásicos, ¿en qué medida las pequeñas y medianas empresas pueden resonar mejor que las grandes, con esos valores?

¿Qué puedes hacer para aprovechar esa ventaja en la captación y retención del talento? Vamos a lo práctico:

No vendas solo un empleo; vende un camino. Muestra cómo una persona con talento y ganas puede crecer, aprender y asumir responsabilidades en menos tiempo que en una gran empresa.

Escucha (de verdad). La burocracia asfixia ideas. Si quieres que las mentes brillantes se queden, asegúrate de que su voz se escuche y, lo más importante, que sus ideas se pongan en marcha cuando tienen sentido.

Da flexibilidad, sin excusas No puedes competir en salarios con las grandes empresas, pero puedes ser más ágil en conciliación, teletrabajo y adaptación a las necesidades individuales. Aprovecha esa ventaja.

Demuestra que tú y los demás jefes de tu empresa sois de los que inspiran, no de los que ahuyentan. En una pyme, el liderazgo se siente más cercano. Asegúrate de que quienes dirigen sean referentes, no figuras de las que huir.

Ofrece diversidad de tareas, lo que implica aprendizaje acelerado. Una pyme permite tocar más áreas y aprender más rápido. Potencia esta realidad con formación, un plan realista de mentores internos, y retos constantes que estimulen el crecimiento de la gente con potencial.

Ve más alla, con una cultura de propósito, no solo de beneficio. Las nuevas generaciones buscan sentido en lo que hacen. ¿Para qué existe tu empresa más allá de ganar dinero? Si tienes un propósito claro y lo comunicas bien, atraerás a quienes compartan esa visión.

Ten un esquema salarial justo. Y haz que los criterios para progresar sean transparentes. No puedes ofrecer el sueldo de una multinacional, pero sí claridad sobre cómo se crece y se mejora en tu empresa. Que nadie tenga que adivinar qué debe hacer para prosperar.

Haz de tu pyme un sitio donde se disfruta trabajando. Si una persona talentosa se enfrenta cada día a un entorno tóxico, se irá. Construye un ambiente de trabajo positivo, donde la gente quiera estar.

Sé agil en la toma de decisiones. Como se decía en el juego de “el escondite”, por ti y por todos tus compañeros. Evita los “lo tenemos que valorar”, los “vamos a hacer un comité”, los “te contestaremos en tres meses”. Si algo tiene sentido, ejecútalo. Las grandes empresas tardan; las pymes pueden moverse rápido.

Y por último, aunque debería ser lo primero… ¡celebra los logros y reconoce el esfuerzo! En una empresa pequeña, el impacto de cada persona es mayor. No des por hecho el esfuerzo: valora, agradece y reconoce el trabajo bien hecho.

En un mundo donde la lealtad a la empresa ya no se compra con un plan de pensiones, las pymes tenéis la oportunidad de ofrecer algo mejor: un lugar donde la gente talentosa quiera estar.

El talento está en fuga. ¿Lo dejarás escapar o le abrirás la puerta?

Guillermo RíusAsesor senior experimentado en consultoría, retail, automoción, TI y telecomunicaciones
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