
Las rutinas son esenciales en la vida, y particularmente en el emprendimiento. Sin embargo, a menudo se vuelven difíciles y complicadas de enfrentar. La consecuencia habitual de una rutina es el aburrimiento, lo que nos lleva a preguntarnos si este estado realmente puede contribuir al crecimiento personal y, más específicamente, al crecimiento de un emprendedor.
Una de las rutinas más marcadas en mi vida es sacar a pasear a mi perro Lucas, tanto por la mañana como por la noche. He mantenido esta práctica durante un par de años y seguramente continuaré haciéndolo durante muchos más. En una conversación con mi esposa, ella me planteó que entendía que esta acción debía ser aburrida para mí y que por eso deberíamos buscar actividades que me sacaran de esta rutina.
Esta reflexión me dejó pensando. Al día siguiente, mientras caminaba con Lucas, me puse a pensar si realmente esta rutina, este aburrimiento, sumaban algo a mi vida. Fue precisamente en ese momento, aprovechando la monotonía, cuando encontré el tema para mi nuevo artículo, y posiblemente el tema de mi próximo libro: emprender desde la oscuridad.
Reflexionando durante todo este tiempo, me di cuenta de que esos puntos de oscuridad son los que permiten encontrar la claridad en el emprendimiento. ¿Cómo podemos apreciar la claridad sin la oscuridad, el bien sin el mal, levantarse sin haber caído?
El miedo debería ser el motor que nos impulse a emprender, para escapar de lo que nos hace temblar, como el temor de no poder llevar un pan a la mesa de nuestra familia. Este miedo, cuando se aborda adecuadamente, puede convertirse en una poderosa fuente de motivación, empujándonos a adquirir el conocimiento necesario para tener fe en nuestras propias capacidades y así alcanzar el éxito deseado. Sin miedo, no surgirían esas grandes ideas.
El fracaso, a menudo visto como un enemigo, es en realidad uno de nuestros mejores maestros. Nos permite aprender, adaptarnos y desarrollar la resiliencia necesaria para ser mejores emprendedores cada día. Las quejas, frecuentemente mal vistas, son el primer indicio de que algo no está funcionando. Son el elemento esencial para iniciar el cambio; sin ellas, no podríamos identificar nuestros errores y mejorar.
La competencia, que a veces nos puede parecer intimidante, debe ser vista como una fuente de inspiración para mejorar constantemente. Sin competencia, nos quedaríamos en la zona de confort, lo que inevitablemente lleva a la falta de innovación y estancamiento.
El cansancio, en lugar de ser un enemigo, nos invita a aprender a delegar, a confiar en nuestro equipo y, con ello, a alcanzar un liderazgo efectivo. Este acto de delegar no solo nos libera, sino que también fomenta un entorno de trabajo colaborativo y eficiente.
Las preocupaciones, esas que nos mantienen despiertos por la noche, tienen el poder de conectarnos con algo más grande que nosotros mismos. Nos permiten dejar el peso de nuestras inquietudes en manos de Dios, enfocándonos en las soluciones en lugar de los problemas. Los problemas, aunque incómodos, son los que nos enseñan a crecer; sin ellos, simplemente estaríamos estancados en un ciclo de complacencia.
La tristeza, un sentimiento inevitable, nos recuerda que somos humanos. Nos permite conectar con nuestras emociones más profundas y, a través de esa conexión, encontrar la fuerza para seguir adelante. Es en la aceptación de nuestra vulnerabilidad donde encontramos el coraje para continuar.
Estoy absolutamente convencido de que el emprendimiento, a diferencia de lo que quisiéramos que fuera, debe respaldarse en todos estos elementos que, aunque puedan parecer negativos, en realidad son impulsos que nos permitirán llegar muy, pero muy lejos.
Cada rutina, cada momento de aburrimiento, cada punto de oscuridad tiene un valor inmenso en nuestro camino como emprendedores. Nos enseñan a valorar la claridad, a encontrar fuerzas en el miedo, a aprender del fracaso y a seguir adelante con una fe inquebrantable. Así que, la próxima vez que te encuentres atrapado en la monotonía de una rutina, recuerda que incluso esos momentos son esenciales para tu crecimiento y éxito como emprendedor.
La capacidad de transformar estos elementos negativos en fuerzas positivas es lo que diferencia a los emprendedores exitosos de los demás. Emprender desde la oscuridad no es solo una forma de enfrentar los desafíos, sino una estrategia para abrazar el crecimiento y la innovación. Es entender que el verdadero éxito no se mide solo por los logros visibles, sino por la capacidad de superar los obstáculos invisibles que se presentan en el camino.
El aburrimiento, lejos de ser un enemigo, es una oportunidad para la reflexión y la creatividad. Es en esos momentos de aparente inactividad donde nacen las ideas más brillantes y las soluciones más innovadoras. La próxima vez que te sientas atrapado en la rutina, recuerda que cada paso, por pequeño que sea, te acerca a tu objetivo. Cada día, cada paseo con Lucas, cada momento de aburrimiento es una oportunidad para crecer, aprender y avanzar en tu camino como emprendedor.
En resumen, el emprendimiento es un viaje lleno de altos y bajos, de luz y oscuridad. Aceptar y aprovechar cada uno de estos momentos es lo que nos permitirá alcanzar nuestras metas y cumplir con nuestra visión. Porque, al final del día, es en la combinación de todos estos elementos donde encontramos la verdadera esencia del éxito.