
Imagina que pones una olla con agua a hervir. Te vas al salón a ver la tele. Cuando te acuerdas, la olla lleva más de media hora hirviendo. Levantas la tapa con cuidado para no quemarte. El agua casi se ha evaporado y la olla se está empezando a quemar.
Así le pasa al dinero de tu empresa. Que se evapora sin que te des cuenta. En muchas ocasiones, esto ocurre en parte por culpa del empresario, porque no ha estado lo atento que debería de haber estado hasta que llegan los problemas. Y en otras, lo que les pasa a muchos dueños de negocios es que las cosas empiezan a ir tan bien que pierden el control de sus empresas.
En cualquier caso, la falta de control sobre la caja y la pérdida de visibilidad para poder tomar decisiones, hacen necesario que los CEOs se dejen asesorar por un director financiero.
¿Y por qué no lo hacen?
En mi opinión, muchas veces, piensan que tener una gestoría es suficiente, pero esto no es así, por dos razones. En primer lugar, porque las gestorías suelen contabilizar por trimestres y puede ser un tiempo demasiado largo sin tener información del negocio.
A esto hay que añadir que, en muchas ocasiones, la contabilidad no tiene la calidad deseada debido a que hay facturas y tickets que el empresario nunca manda, cobros o pagos que no se aclaran o errores que nadie revisa y que se quedan para siempre.
Y, por último, una gestoría se centra en presentar impuestos y en contabilizar, pero no se preocupa en analizar el PyG de la empresa [la cuenta de pérdidas y ganancias], en reducir costes, preparar presupuestos y previsiones de cash flow o en ayudar en pedir un préstamo al banco.
En segundo lugar, existe la creencia de que un director financiero externo es caro y, efectivamente, esa figura contratada a tiempo completo puede ser inasumible para la empresa, pero también existe la posibilidad de tenerlo de manera externa, lo cual tiene grandes ventajas para la empresa.
La primera de ellas es que solo se paga por las horas que necesita el profesional para tener el control de las finanzas de la empresa; la segunda es que si no te gusta su trabajo o la empresa está en apuros puedes desligarte del colaborador de una forma más o menos rápida y sin coste, como supone la indemnización a un trabajador.
Llegados a este punto, la figura de un director financiero ayudará a definir la estrategia y objetivos de la compañía y plasmarlos en una estrategia financiera que será la hoja de ruta del negocio.
Este mapa ayudará a la toma de decisiones de manera que éstas sean acordes a los números que se manejan en el negocio y no por simple intuición, lo que permitirá acometer más inversiones sin miedo al fracaso y sin la sensación de estar metiendo la pata.
Además, el análisis de PyG permitirá al empresario saber dónde es rentable la empresa y dónde no y viendo un balance puede interpretar la salud de la empresa.
Por último, el hecho de llevar un control férreo de la tesorería ayudará a adelantarse a posibles situaciones de falta de liquidez o reducir las probabilidades de impago.
Reducir costes sin comprometer el negocio
Por todo esto, la figura del financiero es de una ayuda inestimable a la hora de reducir costes sin comprometer el negocio y, si a pesar de todo esto, las cuentas no salen, puede apoyar al empresario a la hora de pedir financiación.
El director financiero se ha convertido más en un asesor estratégico del empresario aportando la visión 360 que tiene del negocio, debido a que está en contacto con todos los departamentos de la empresa y eso le convierte en el mejor compañero de viaje de los CEOs.
Contar con un director financiero, aunque sea de manera externa, es fundamental para que el empresario se sienta tranquilo y confiado con sus fianzas y que no sean estas las que le quiten el sueño, lo que le permitirá también invertir todo su tiempo a lo que se dedique su negocio.
Para los que sigan pensando que es un servicio caro, deben sopesar que el coste real de no contar con una asesoría financiera especializada sí que puede ser fatal para sus negocios, sobre todo, si se trata de una pyme, la más vulnerable dentro de nuestro ecosistema económico y financiero. Con permiso de los autónomos, claro.