
Esta es la historia, contada en primera persona del plural, de Javier Ortega y Mario Morante, ambos ingenieros electrónicos industriales que, tras años de experiencia dedicados a trabajar en su campo, decidieron lanzarse a montar una startup. Juntos, convirtieron una simple idea en una plataforma que transformaría por completo la forma de trabajar de los profesionales del fitness.
“Nuestro camino como emprendedores comenzó con noches en vela picando código bajo la ilusión de sacar adelante nuestro propio proyecto. Con perseverancia, y apoyándonos en tutoriales de Youtube, logramos convertir nuestra visión en una realidad tangible. No éramos programadores, pero la falta de recursos nos llevó a ser autodidactas y con mucho esfuerzo desarrollamos un marketplace desde cero.
La idea de montar una startup juntos surgió en medio de una conversación de colegas en una cena de empresa. Ambos teníamos ganas de montar algo propio y, nuestro pasado juntos como compañeros de universidad y de trabajo nos ayudó a saber que compartíamos los mismos valores y visión.
Desde las primeras conversaciones vimos la idea clara: queríamos crear una plataforma de consultas donde conectar a profesionales y usuarios de forma 100% online, lo que no sabíamos aún era en qué sector nos enfocaríamos ni cómo lo haríamos. Después de realizar un estudio de mercado exhaustivo, pronto nos dimos cuenta de que teníamos que centrar los esfuerzos en un nicho específico y, rápidamente, identificamos que en el sector del fitness había un hueco que nadie estaba cubriendo.
Así, decidimos lanzarnos a desarrollar el producto a la vez que manteníamos nuestros trabajos. Esta fase inicial requirió de un enorme esfuerzo tanto mental como físico, fueron muchas horas de dedicación sumadas a nuestra jornada laboral y la incertidumbre de no saber cuándo podríamos dedicarnos de lleno a lo que realmente nos gustaba hacer.
Día uno de montar una startup
El primer obstáculo con el que nos encontramos fueron los altos presupuestos de los programadores, que, en aquel momento y sin ingresos más allá de nuestros sueldos, eran inasumibles. No teníamos el capital necesario porque no habíamos levantado ninguna ronda de financiación ni tampoco nos veíamos capaces de conseguirlo con tan solo una idea y una presentación de PowerPoint. No nos quedó otra opción que lanzarnos a la piscina y, a base de ensayo y error, logramos crear una primera versión del producto, utilizando el lenguaje de programación más básico que encontramos.
Este enfoque no solo nos permitió ahorrar costes, sino que también nos proporcionó un conocimiento profundo sobre cómo funcionaba cada aspecto de nuestro negocio, desde el desarrollo de la plataforma y sus funcionalidades, hasta el marketing y las ventas del producto. Conocíamos a la perfección los puntos fuertes de nuestra oferta y por eso supimos vender el producto, antes, incluso, de que fuese realmente bueno. Esta experiencia nos fortaleció y nos ayudó a confiar más en nuestras capacidades de persuadir a los demás sobre el potencial de nuestra idea.
A diferencia de otros emprendedores, nuestra estrategia no consistió en encerrarnos en una cueva durante meses para desarrollar una plataforma con la tecnología más puntera del mercado. Más bien, optamos por ir modelando y adaptando nuestro producto a las necesidades emergentes de nuestros clientes, los entrenadores personales. Ellos nos daban feedback constante y nos explicaban qué funcionalidades eran las que más valor les aportaban y cuáles echaban en falta, lo que nos permitió ofrecer un servicio actualizado y personalizado.
Cambio del modelo de negocio
El desarrollo de nuestra empresa no fue, en absoluto, un proceso lineal. Después de casi dos años de compaginar trabajo con emprendimiento, nos dimos cuenta de que la fórmula no estaba funcionando y teníamos que dedicarnos de lleno para poder validar nuestra propuesta. Dimos el salto definitivo, con la incertidumbre que eso conlleva y renunciando a la estabilidad económica, pero contentos de poder dedicar todo nuestro tiempo al proyecto en el que creíamos firmemente.
La constante interacción con nuestros clientes, combinada con nuestra dedicación a tiempo completo, nos permitió coger perspectiva. Así, tomamos la decisión de ‘tirar’ el producto que teníamos y pivotar hacia un nuevo modelo de negocio mucho más escalable. Evolucionamos de un marketplace hacia una solución SaaS –Software as a Service–, una oferta mucho más sofisticada e integral, que respondía de forma más efectiva a las necesidades específicas de nuestros clientes.
Casi un año después, en febrero de 2020, lanzamos nuestro nuevo servicio al mercado. Lo que siguió fue un auténtico fenómeno, la pandemia aceleró la digitalización de un sector que apenas estaba comenzando su transformación, obligándolo a digitalizarse por completo en cuestión de semanas y, gracias a nuestra decisión de dejar nuestros trabajos y construir este SaaS, estábamos más que preparados para asumir esta nueva realidad.
Adaptación a las necesidades del mercado
Los profesionales de la industria se vieron obligados a adaptar sus servicios a nuevos formatos y nosotros les brindamos las herramientas para hacerlo. Un ejemplo de ello fue cuando los entrenos a través de directos de Instagram comenzaron a ganar popularidad y la mayoría de los entrenadores no sabían cómo monetizarlos. Viendo esta necesidad, rápidamente incorporamos en nuestra plataforma la funcionalidad que les permitía crear sus videos, añadir el enlace directo a sus redes sociales y comenzar a cobrar por ese servicio.
El boca a boca comenzó a surtir efecto y, de pronto, tanto la captación de nuevos clientes como la captación de fondos para la compañía se volvió más rápida y sencilla. El acercamiento a los inversores era distinto a las etapas iniciales, ya nos presentábamos con datos de facturación relevantes y llevábamos por bandera la rentabilidad y la eficiencia.
Tomar esta decisión ha cambiado por completo nuestra vida y por consiguiente la de Harbiz. Actualmente, contamos con un equipo de 50 personas, estamos presentes en más de 35 países y contamos con más de 6.000 profesionales, asesorando y mejorando las vidas de más de 120.000 clientes. Estamos muy orgullosos de poder decir que, después de tanto trabajo, hemos duplicado nuestra facturación respecto al año pasado.
Además, hace tan solo unas pocas semanas, cerramos una ronda de financiación de cinco millones de euros, liderada por uno de los inversores de capital riesgo más grandes y activos del Reino Unido y Europa. Los fondos nos permitirán continuar consolidando nuestra presencia internacional y reforzando la innovación, investigación y desarrollo de nuestro producto.
Aprendizajes y consejos para otros emprendedores
Cualquier relación o acuerdo al que se llegue cuando buscas consolidar un proyecto debe basarse en tres pilares: ambición, compromiso y búsqueda de innovación.
A la hora de buscar financiación externa, por ejemplo, es importante dar con aquellas compañías que estén alineadas siempre con tus valores. Tenemos la suerte de haber dado con quienes piensan, como nosotros, que la transparencia y la cercanía son dos elementos claves de cualquier colaboración. Saber entender a todas las partes y conformar un equipo sólido hace, sin duda, que el resultado termine siendo excelente.
Otra lección importante es que, si vas a emprender con alguien, es fundamental asegurarse de que todas las partes están igual de comprometidas con el esfuerzo y la dedicación que requiere crear algo desde cero. En nuestro caso, la amistad ha supuesto una gran ventaja para poder hacer frente a los desafíos y mantener la motivación alta en todo momento. Sin esta relación personal, hubiera sido prácticamente imposible sostener Harbiz todo este tiempo, especialmente, los primeros años cuando lo compaginábamos con nuestro trabajo.
Emprender no es un camino lineal y previsible. En nuestro caso, el rumbo de la empresa cambió por completo el día que decidimos dejar nuestros empleos y ‘tirar’ el trabajo que tanto tiempo nos había llevado para crear el producto que el mercado reclamaba. Ser capaces de tomar esta decisión requiere de una mentalidad fuerte, estar dispuestos a tomar riesgos y abrazar la incertidumbre, pero, sobre todo, de tener una visión clara y estar rodeado de socios que compartan tus objetivos y tus sacrificios.