Torras es una empresa histórica. Nació en 1951 de la mano de Josefa Torras, que en su casa realizaba prendas de punto. Con su hijo, Joan Serra, empezaron a combinarlas con piel y con el tiempo se hicieron un hueco en el mundo de la moda.
Torras era una firma de reconocido prestigio que creaba tendencia. Hasta que la afectó la crisis económica de 2008: cambios en el sistema de distribución (las tiendas multimarca representaban un 85% de la facturación; ahora son un 15%), cierre de muchos de sus clientes (tiendas tradicionales), descenso de algunos de sus mercados importantes (Rusia y Venezuela), concentración bancaria que afectó al crédito, estructura sobredimensionada, un socio inadecuado…
Un cúmulo de circunstancias que la llevaron al concurso de acreedores (se llegaron a hacer dos). Pero Sònia Caballero, que conocía muy bien la marca, pues unos años antes había colaborado con la firma, decidió pujar por ella y adquirirla.
“La compré porque veía que tenía un poso detrás –explica–. La gente ve una chaqueta Torras y reconoce la marca y eso es muy difícil de conseguir. Y estaba segura de que con algunos cambios la podríamos reflotar y que funcionaría. Compré la marca, la unidad productiva, no”.
Así que, con una formación de administración de empresas, marketing, comercio exterior y mucha ilusión, empezó su proyecto.
Trabajar con licenciatarios
Caballero tenía clara una cosa: la estructura debía ser la mínima posible. Torras había llegado casi a los 250 trabajadores. Ahora, todo se subcontrata. Desde la sede central salen los diseños que se convierten en prototipos. Se buscan los proveedores y talleres que los fabricarán y se lleva el control y asistencia técnica. Caballero tiene claro que esta parte es fundamental y lleva un férreo control.
Además, se trabaja mediante licenciatarios. Ha licenciado de momento a dos empresas. Una, en Méjico, y otra, en Italia, que se ocupa del mercado europeo, Oriente Medio y Rusia. Desde la sede de Terrassa (Barcelona), se lleva el mercado español y el ecommerce. Su intención en licenciar a dos empresas más para el mercado del norte y Sudamérica.

Sostenibilidad
En sus chaquetas se utiliza piel de cordero. “Estamos dando vida a un residuo de la cadena alimentaria. Nosotros no matamos corderos para hacer piel”, explica Caballero.
Según Josep María Serra, responsable comercial (nieto de la fundadora, que se incorporó a la empresa en 2023), la piel tiene muchas virtudes y tiene un valor añadido en el concepto slow fashion, en el que nosotros creemos como valor de marca. Una chaqueta de piel se conserva”.
“Lo más sostenible es lo que dura más –apostilla Caballero– y las chaquetas de piel duran toda la vida. Además, estamos estudiando realizar un mercado de segunda mano de piel”.
Nuestras pieles se curten con métodos tradicionales que no usan cromo sino cortezas de árbol.
Sònia Caballero, CEO de Torras.
Respecto al proceso de curtido, la compañía asegura comprar a proveedores en la India e Italia que no utilizan cromo en el proceso. “Las normativas europeas son muy rigurosas en cuanto a procesos y tratamiento de aguas –explica Serra–. Sin embargo, nosotros vamos más allá y no usamos pieles curtidas con cromo sino con corteza vegetal, como se hacía tradicionalmente. Los taninos de la madera son los responsables del curtido. Y aunque se utiliza mucha agua, es reciclada. Eso puede implicar un 35% de coste superior, pues curtir con cromo implica unos pocos días y con corteza de árbol cuatro o cinco semanas. Pero no contamina. Por eso, nuestras prendas son sostenibles”.
Según Caballero, “nosotros vamos a la piel acabada con certificados, no tocamos a los curtidores”. La línea de piel y punto se centra en productores de Igualada (Barcelona) y se controla directamente desde la sede de la empresa. Torras también colabora con la Universitat Textil de la Universitat Politécnica de Catalunya en un proceso de investigación para obtener piel de residuos agrícolas.

Tradición del diseño
Caballero considera que el gran valor de la empresa es la marca y su línea que la hace fácilmente identificable. Por eso, han recuperado los diseños tradicionales con algunas modificaciones.
“Con una marca no puedes hacer un cambio radical –asegura–. En 2025 haremos una nueva línea joven. Pero seguimos haciendo chaquetas tradicionales porque en países como el Líbano o Sudáfrica quieren este ADN concreto. Hace 10 años el patrón era similar, pero le cambias el color, los puños son más actuales, antes no era reversible, ahora sí. Vamos introduciendo cambios poco a poco para acercarnos a un público más joven”.
Nuestra nueva línea VegBiker es una apuesta por un público más joven.
Sònia Caballero, CEO de Torras.
Su objetivo es rejuvenecer la marca. En esta línea han lanzado la marca VegBiker by Torras, que sobre la base de una cazadora biker de Torras han actualizado la línea y, sobre todo, añadido una gama de colores muy dinámica.
“Habitualmente, todo lo que encuentras en color es sintético –dice Caballero–. Por eso, lanzamos la VegBiker, para darle color a la piel”. Sus bikers, además, son su mayor punta de lanza para introducir sus valores de sostenibilidad. Sus cazadoras son sostenibles, no sólo por la piel, curtida como las otras con cortezas vegetales, sino que todos sus componentes son reciclados. Las Vegbiker se ofrecen en 15 colores diferentes y con ello esperan atraer a más clientes y no sólo jóvenes
Mercados y ventas
Respecto a las ventas, el 70% son en este momento en Oriente Medio. En esta zona tienen preferencia por las prendas para hombre, que significan el 90% del total. En cambio, en España está más repartido y el 50% de ventas son de prendas de mujer y 50% de hombre de forma equilibrada.
“Hacemos prendas muy livianas, de entretiempo –explica Serra–, sin forro o forro transpirable. La piel no abriga, el que lo hace es el forro. Hacemos prendas que pueden ser tan ligeras como una chaqueta de entretiempo”.
Torras facturó en 2023 3,2 millones de euros, de los que 1,2 corresponderían al licenciatario y 2 directamente desde la empresa. En 2024 esperan facturar 4 millones. Poco a poco, van recuperando antiguos clientes y el ecommerce representa el 15% de la facturación. La venta online los obliga a tener un mínimo de stock, que se materializa en un 30% de producto.
“Hay modelos que te obligan a tener una gama muy amplia –explica Caballero–, sobre todo, en tallas. Nosotros tenemos un tallaje muy amplio. Es marca de la casa”.