Alejandro, Alex, Crespo y Rodrigo Bernárdez están que no se lo creen. En menos de tres semanas todo el mundo (literalmente) conocerá sus mochilas. ¿La razón? La organización de los Juegos Olímpicos de París les ha seleccionado como proveedor oficial de sus accesorios. “Inicialmente buscaban un partner francés, pero en septiembre del año pasado nos escribieron por un post que habían visto. Nos dijeron que les gustaba mucho la mochila que habíamos lanzado y querían conocernos”, explica Bernárdez, cofundador junto a Crespo de Pilatus.
El acuerdo incluye 1.500 mochilas y 8.000 botellas para agua, pero, sobre todo, supone visibilidad a un nivel que pocas veces se puede conseguir.
“Competimos con marcas importantes y lo que más le gustó de nosotros es que sabían que éramos capaces de ofrecer mucha personalización. La mochila que hace la empresa es única para ellos y no lo pueda repetir nadie».
Para Pilatus ha sido un año completo de trabajo intenso y exigente. «Desde el primer contacto en otoño de 2023 hasta las reuniones de finales en mayo, hemos estado trabajando junto a los JJOO para crearles los mejores productos posibles. Hemos hecho muestras durante varios meses para dar con la clave. Nos preguntaron por detalles que probablemente nunca habríamos afinado o, al menos, no en tan poco tiempo. Nuestra capacidad para adaptarnos a las peticiones de nuestros clientes y el trato cercano que ofrecemos como marca nos permitieron destacar y finalmente ser elegidos. Y, claro, creo que también influyó que les gustaba también la mochila en sí”.

Los orígenes
Esta elección es el broche de oro a una trayectoria que arrancó en 2017 cuando Crespo y Bernárdez se embarcaron en un Erasmus que les llevó a Alemania y, de ahí, a un viaje hasta Lucerna. “Éramos compañeros de Economía en la Carlos III y estábamos dando vueltas a qué podíamos montar juntos. Pensamos en una marca de relojes, también en una de zapatillas. Hasta que yendo de excursión al monte Pilatus en Lucerna durante el trayecto nos vino la idea de hacer mochilas para ordenador, inspirándonos en una funda personalizada con mis iniciales que me había hecho mi abuela a juego con unas zapatillas Pompeii que llevaba”.
Así fue como nació el proyecto. “Le pusimos el nombre de Pilatus y lo conectamos con todo lo que tiene que ver con la sostenibilidad y la naturaleza tan vinculadas a este parque de Lucerna. Arrancamos en navidades de 2016 para 2017. Volvimos a España, nos pusimos a buscar proveedores y la marca se lanzó un año después: en las navidades de 2017 para 2018”.

Una financiación peculiar
El primer gran obstáculo fue recaudar el dinero. “Nuestros padres nos ayudaron a poner los primeros 3.000 euros porque nosotros apenas teníamos 500 en la cuenta. Para ello, decidimos invertir el dinero del máster que íbamos a hacer”.
Y con el dinero en la mano, se enfrentaron al siguiente problema: encontrar proveedor. “Cuando empiezas no tienes ni idea de dónde buscar: en qué país, en qué fábrica. Nada. Empezamos a mirar quién hacía fundas de ordenador en España, no había; en Portugal, no había; en Alibabá, en Google… Buscamos en todos los sitios y al final encontramos uno que nos hizo los primeros diseños, aunque la producción no la hicimos con ellos. Buscamos los 10 ordenadores más vendidos de España, configuramos un listado, sacamos una media e hicimos dos tallas, hasta 14 y hasta 16 pulgadas. Lanzamos una primera tanda de hasta 900 fundas en tres colres que nos costaban 4/5 euros. Así que invertimos los 6.000 euros en esa primera producción”.
Viraje hacia el cliente corporativo
“El producto estaba bastante decente, pero una vez que acabamos de vender a amigos, familiares o abuelos -que no tenían ordenador, pero te la compraban-, no habíamos colocado ni 100. Entonces, el padre de un amigo de un amigo que había comprado la funda pensó que era perfecta para regalársela a sus empleados. Nos hicieron un pedido de casi 300 unidades de golpe a unos 20 € y con eso conseguimos recuperar el dinero invertido. Y descubrimos el potencial del cliente corporativo. Eso fue 8 meses después de empezar con la empresa, a finales de 2018”.
Promover la compra recurrente
A partir de aquí, “y mientras estábamos en un aceleradora en Lisboa, empezamos a dar vueltas a cómo fomentar la compra recurrente, qué tipo de empresas podían tener rotación y llegamos a la conclusión de que el público objetivo era las universidades privadas que renovaban alumnos cada año o cada grado. Así, empezamos a cerrar las primeras universidades: la de Navarra, ESIC, ICADE, Comillas y The Power MBA”.

Personalización máxima y versatilidad
La principal apuesta de Pilatus es por el diseño innovador, el compromiso con la sostenibilidad y la durabilidad de los productos. “El tema de la sostenibilidad ya no es algo muy diferenciador y hay mucho greenwashing. Nosotros buscamos potenciar la versatilidad y la resistencia: que nuestras mochilas puedan usarse por diseño en cualquier situación (de viaje, oficina, gimnasio) y que duren”.
Y en lo que se refiere al cliente corporativo, ofrecer la máxima personalización. El resultado es que cuentan en su cartera de clientes con firmas como EY, Red Bull o Rafa Nadal Academy, entre otras, además de las universidades ya mencionadas.
Planes de futuro
En la actualidad, Pilatus cuenta con 70 puntos de venta en España “y abrimos ahora en Francia y Alemania. En la parte de retail estamos muy enfocados en abrir puntos de venta y expandir en la marca. En la parte corporativa buscamos ampliar fuera de nuestras fronteras. Ahora mismo estamos firmando acuerdos con México y Canadá”.
Hoy son 9 personas y en septiembre alcanzarán los 12 puestos. «Llevamos vendidas 14.781 hasta 2023 y este año esperamos vender unas 20.000 más hasta finales de ejercicio. Para 2024 confiamos en superar el 1,2 millones de euros de facturación«.
De momento, lo que es seguro es que a finales de julio nos acostumbraremos a ver sus mochilas y sus botellas de agua en lo stands, en las gradas y en las manos y los hombros de muchos deportistas y VIPS que acudan a los Juegos Olímpicos.