“Mientras estabas comprando para la Super Bowl, ¿te diste cuenta de que los productos son más pequeños de lo habitual y su precio sigue siendo el mismo? La gente lo llama shrinkflation (reduflación) y significa que las empresas te dan menos por cada dólar que gastas. Hago un llamamiento a las grandes marcas de consumo para que pongan fin a esto”.
Así de tajante se mostraba el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, en un post publicado en la red social X poco antes de que se celebrase la Super Bowl, la gran final del campeonato nacional de fútbol americano, que se celebró el pasado 11 de febrero en Las Vegas (Nevada).
“Es posible que hayas notado una cosa: las botellas de bebidas deportivas son más pequeñas, la bolsa de patatas fritas tiene menos patatas fritas, pero te siguen cobrando lo mismo. Como amante de los helados, lo que más me enfada es que las tarrinas de helado han reducido su tamaño, pero no su precio. Ya tengo bastante con lo que llaman reduflación. Es una estafa”, se quejaba el mandatario en su vídeo.
“Algunas empresas están tratando de encontrar una solución rápida reduciendo sus productos poco a poco y esperando que no te des cuenta. Los estadounidenses están cansados de los tomen por tontos. Hago un llamamiento a las empresas para que paren esto. Asegurémonos de que las empresas hacen lo correcto, ahora”, concluye.
Consecuencias de la reduflación
Este alegato del presidente Biden contra la reduflación es muy llamativo, pero no deja de ser una petición a las compañías, sin ningún tipo de medida coercitiva que empuje a las empresas a atender su petición.
Si cualquier marca decido hacer caso omiso a las palabras de Biden y desea seguir “tomando por tontos” a sus consumidores, como decía el presidente, nada se lo impide… salvo los propios consumidores.
Hace algunos meses hablábamos de este tema y advertíamos que esta estrategia, que es una salida rápida y fácil para tratar de mantener los márgenes de beneficio y paliar los efectos de la subida de nuestros costes de producción sin trasladarlos directamente al precio de venta al público, es una trampa que pronto es descubierta y denunciada.
Además, hay que tener en cuenta el poder que tienen actualmente las redes sociales. Cualquier denuncia de este tipo puede correr como pólvora, con consecuencias imprevisibles para las marcas descubiertas.
Ante tal situación, tenemos dos opciones: mantener los precios y tratar de ajustar nuestros costes para que el margen no se vea afectado, o ir de frente y realizar una subida de precios.
En el segundo caso, puede que el consumidor entienda que nuestros costes han incrementado y que tenemos que repercutírselo en el precio. Pero también puede pensar que se trata de una subida injustificada. Entonces, la situación se complica.
Tal y como contábamos en EMPRENDEDORES, 7 de cada 10 españoles aseguran que dejarían de gastar dinero en empresas que suben el precio de sus productos y servicios de manera injustificada, según el ‘Informe europeo de pagos de consumidores’ de Intrum,
Esto es lo que se denomina greedflation o inflación codiciosa, que hace referencia a una subida injustificada del precio llevada a cabo por una empresa aprovechando el contexto inflacionario y con el único propósito de aumentar su margen de beneficio.
Francia actúa contra la reduflación
El Gobierno francés ha ido un paso más allá que Biden y no sólo ha instado a las empresas a dejar de aplicar la reduflación en sus productos, sino que incluso la ha prohibido.
Desde el pasado mes de noviembre, aquellas empresas que cambien las cantidades de producto contenidas en los envases deben especificarlo en sus etiquetas, como informábamos en este artículo.
Además, contábamos que Carrefour se ha convertido en adalid de la lucha contra la reduflación en el país galo. El CEO de la empresa, Alexandre Bompard, se manifestó en contra de esta práctica en una entrevista con BFM TV, calificando dicha estrategia como “el colmo del cinismo”. Incluso llegó a citar algunas de las empresas más señaladas por aplicar la reduflación, como PepsiCo (Lay’s), Unilever (Magnum o Carte d’Or) o Findus.
Y la compañía no se quedó en las palabras. La cadena de distribución empezó a colocar en sus hipermercados unas etiquetas avisando a sus clientes sobre la reduflación aplicada en los productos.
Carrefour también se ha revuelto contra las subidas de precios. La compañía tomó la dura decisión de excluir los productos de Pepsico de sus lineales —una de las empresas citadas por su CEO—, como respuesta a lo que considera un “inaceptable incremento de sus precios”, como relataba El País.
Esta medida, que se ha extendido a sus tiendas en España, ha supuesto la salida de sus estanterías de productos tan emblemáticos como los refrescos Pepsi o 7Up, los snacks Lay’s, Doritos o Cheetos o los gazpachos Alvalle, entre otras referencias.