Un mal gesto o una mala palabra a un subordinado, compañero o jefe no solo dice poco de ti, sino que puede minar tu imagen personal. Reflexionamos sobre la pérdida de autocontrol, un problema muy vinculado a la figura del emprendedor.
En ocasiones (siempre deseable que no) puede ocurrir que uno pierda los papeles, como se dice popularmente, ante situaciones que ya hemos vivido con anterioridad, pero que, por X o por Y, pasa algo que nos hace comportarnos de una forma totalmente diferente a como somos habitualmente. Dos ejemplos:
Ejemplo 1: Dimas Espinosa proyectó en la becaria toda la ira acumulada contra su equipo de ventas tras la larga reunión. En los días siguientes, esas descalificaciones contra la joven fueron de boca en boca por toda la empresa.
Ejemplo 2: Carmen Asín no podía dar crédito a su situación. No había cumplido ni dos años desde su incorporación a la dirección logística de la compañía y ya trataba a sus subordinados con la misma prepotencia que tanto le había escandalizado de sus compañeros cuando llegó.
Ni Dimas ni Carmen se reconocen en esa agresividad, en esa pérdida de autocontrol, pero ninguno de los dos se atreve asegurar que no volverá a suceder. ¿Qué ocurre si ahora fijamos la vista en ti?: ¿hay ocasiones en que reaccionas con ira?, ¿cómo andas de autocontrol? ¿y de inteligencia emocional?
La buena noticia es que está en tu mano acabar con una situación no deseada. “Lo importante es que nazca desde dentro esa voluntad de cambio, de autocontención”, explica Marga Martí Ripoll.
En opinión de esta psicoterapeuta y profesora de las universidades de Blanquerna-Ramón Llull y Esade, esta voluntad de cambio acostumbra a llegar al observar que se está generando un problema que impacta en el negocio: “Puede que esos comportamientos le estén llevando a perder clientes o a los colaboradores de más talento, porque algunas personas no permiten cierto tipo de trato y, en consecuencia, esté lastrando los resultados de su proyecto”.
Una situación que en su experiencia como coach ejecutivo ha observado de forma singular entre emprendedores. “Si no hay crisis, no hay cambio, llega un momento en que es consciente de que debe cambiar esa realidad, porque el problema no estaba fuera, estaba dentro de él. Esas ganas de mejorar requieren de fuerza de voluntad, de un alto compromiso y de que alguien ayude a hacer consciente su inconsciente, ofreciéndole herramientas para incrementar su inteligencia emocional, sus competencias y su autorregulación”, explica Martí.
Pero, ¿por qué perdemos el autocontrol en determinadas situaciones? Entender la propia naturaleza humana y, muy especialmente, la anatomía cerebral es un buen paso para empezar a trabajar para resolver este problema.

Razones por las que se actúa así
“Lo que ocurre es que el cerebro reptiliano y la amígdala están preparados para reaccionar frente a la amenaza, y lo que antes nos advertía de la presencia de un tigre de dientes de sable cuando bebíamos en el río, hoy nos pone en riesgo”, explica Emilio Valcárcel.
Para este asesor y mentor de empresarios pyme, “si en una situación de conflicto, en lugar de pensar cuidadosamente lo que vas a hacer o lo que vas a decir, tú te limitas a reaccionar de una manera visceral, emocional, pues lo más probable es que ese comportamiento te perjudique”.
Valcárcel, conocido en redes sociales por su labor como formador sobre desarrollo profesional, continúa: “Nuestro cerebro básicamente sigue siendo hoy el mismo, y a pesar de que la mayoría de las amenazas no son vitales, una mala palabra del jefe se vive con intensidad. Y cuando la respuesta a la emoción es una acción, estamos en riesgo”.
“El ser humano es razón y emoción”, continúa la doctora Martí, encontrar el adecuado equilibrio entre esa doble naturaleza es el objetivo para responder adecuadamente a cualquier estímulo.
Sin embargo, hay momentos en los que algún elemento externo (también interno como un problema somatizado o un dolor estomacal) consigue anular el control de los sentimientos. Esto ocurre cuando se desactiva la corteza prefrontal (o córtex prefrontal), responsable del raciocinio en los procesos. Se trata, además, de una región cerebral de lento desarrollo: “Como pronto a los 21 años, porque ahora hay estudios que defienden que no lo hace hasta los 30”, explica la doctora.
Y es ese córtex prefrontal el responsable de nuestra capacidad de autocontrol, en definición improvisada de Valcárcel: “La capacidad para actuar, no según lo que me dicta mi instinto automático sino para parar y actuar en función de mis valores, de mis intereses o de mis objetivos no inmediatos, sino a largo plazo”.
¿Cómo nos ven cuando perdemos el autocontrol?
Pero, ¿cuál es la consecuencia de liberar emociones con conductas impulsivas como un puñetazo sobre la mesa o una descalificación injustificada a un compañero?
“Nos perciben como personas no aptas. Entre otras capacidades, en un profesional se espera la de gestionar situaciones de alta tensión o conflicto”, dice la doctora Martí: “Cuando pierde el autocontrol queda desautorizada para ocupar posiciones de alta responsabilidad, pero además está viendo cuestionada su reputación presente y futura”.
Y hay que valorar otras consecuencias de ese alivio inmediato: “Puede provocar una escalada en el conflicto, ruptura de relaciones entre compañeros, clientes o proveedores, y, por supuesto, desmotivar al equipo”.
¿Qué consecuencias puede tener?
“Justo lo contrario de lo que ocurre en un entorno laboral bien construido”, contrasta Valcárcel: “Es ese líder profesional, entrenado en la serenidad, el que es capaz de dar el feedback correctamente, el que consigue ese equilibrio sano entre el rendimiento del equipo y la necesidad de exigir más para seguir compitiendo”.
Sin embargo, ambos expertos constatan que sigue habiendo entornos laborales donde el autoritarismo del jefe y sus salidas de tono son habituales. “Esos modelos que, sobre todo, se dan en el contexto emprendedor favorecen que gerentes y directivos adopten esas conductas inapropiadas, obviando que hay estudios que demuestran que están limitando la capacidad de aprendizaje del equipo”, añade la doctora Martí: “Cuando no se cuida a la gente, la gente termina por no cuidar tu negocio”.
Se trata además de comportamientos especialmente peligrosos en empresas donde la innovación y la creatividad son motores de competitividad, ya que esas actitudes constriñen este tipo de capacidades en el equipo.
Entonces, ¿cómo cambiar?
Y cuando esos malos resultados se visibilizan y se supera la fase de negación –de que otros tienen la culpa– es cuando muchos se percatan de que algo debe cambiar: “Sin aceptación no hay transformación”, resume la doctora Martí.
“¿En qué se nota el autocontrol cuando me relaciono con los demás?”, se pregunta Valcárcel: “En que comunico correctamente, en que hago lo que tengo que hacer, incluso en situaciones de tensión. La clave está, entonces, en hacer una pausa entre lo que yo estoy sintiendo, y mi conducta. Y en esa pausa, está mi libertad de no hacer lo que mi instinto me dicta, sino lo que creo que conviene hacer en función de mis valores y mis objetivos”.
En su opinión, sentir es inevitable: “Pero, tras aceptar que esa emoción es humana, no reacciono como me pide el instinto, y esto es lo que en muchos experimentos de la ciencia del comportamiento relacionan con el éxito en la vida”.
Y llegados a este punto, toca hablar de inteligencia emocional. Un concepto que en el terreno laboral catapultó el profesor de Harvard, Daniel Goleman, desde la publicación de su Inteligencia emocional (Editorial Kairós), en 1995.
Él mismo citaba a Aristóteles: “Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta sencillo”.
Desde entonces psicólogos y coaches como Martí y Valcárcel enseñan que la inteligencia emocional nos aproxima al autocontrol, y desde el control es posible gestionar el enfado, e incluso convertirlo en una manifestación constructiva.
Autocontrol y afecto positivo, claves del éxito
Muy probablemente, una inteligencia con grandes capacidades es un rasgo común en muchos de los grandes empresarios que admiramos, pero en contra de lo que pensamos, no es lo que define su éxito.
El asesor, mentor y coach de pymes, Emilio Valcárcel recuerda que “todos conocemos gente altamente inteligente que no tiene una gran posición en la vida. En cambio, hay otras que, a lo mejor sin ser aparentemente tan inteligentes, de alguna manera, consiguen metas que nos parecen imposibles como hacer grandes fortunas o un enorme éxito profesional”.
Valcárcel explica que muchos estudios científicos han demostrado que los dos factores consustanciales al éxito son el autocontrol y el afecto positivo. Este segundo se relaciona con la extroversión, optimismo y resiliencia: “Es la capacidad de mantenerte equilibrado emocionalmente y de poner una impronta positiva en la emoción que transmites. Es algo distinto y complementario al autocontrol”, aclara Valcárcel.

Trucos para el autocontrol
Practicar la meditación
La recomendación más escuchada apunta al mindfulness, que ayuda a experimentar con el aquí y el ahora, pero vale con cualquier actividad que reduzca la sobreactivación que caracteriza a estas personas con falta de autocontrol.
Ejercicio físico
La reputada hormona de la oxitocina que liberamos al entrenar también ayuda a modular los comportamientos sociales y sentimentales.
Planifica
Ante una situación de estrés y ansiedad sobrerreaccionamos ante cualquier amenaza, sea importante o no. Para evitar este peligro sirven herramientas tan básicas como el clásico gestor de productividad que divide las tareas en importante / no importante y urgente / no urgente.
Tomarse el tiempo necesario
De especial importancia cuando se deben tomar decisiones de alta carga emocional es respetar los tiempos de respuesta. Y si la discusión se acalora, abrir un tiempo de espera para la reflexión.
Graba tus propias reuniones
Para observar cómo te comportas como un observador objetivo.
Imagina un contexto menos estresante
El truco es desvincularlo de esos factores (personas, escenario laboral, negociación…) que tensionan, para buscar una reacción más efectiva, como hacemos cuando estamos en un entorno más amigable.
Confía en ti
En algunos casos, la pérdida de control está relacionada con la autoestima. Mantenerla alta es una buena manera de ser menos vulnerable frente al ataque personal, respondiendo de una manera más ponderada.

Técnicas de autocontrol
Autoconocimiento
Es quizás la clave de la inteligencia emocional: “Si no haces consciente tu inconsciente, tu inconsciente te traicionará”, explica Martí.
Autorregulación
Cuando sabemos de qué pie cojeamos, es más sencillo desactivar los automatismos de la respuesta emocional. Valcárcel habla del autoconocimiento como del ‘saber qué me pasa’ y de la autorregulación como del ‘saber cómo actúo’. Así se puede responder desde la asertividad, ni desde la pasividad ni la agresividad.
Empatía
“Entender que alguien llega tarde, no es aceptar que llegue tarde”, ejemplifica la doctora Martí, “pero ponerse en el lugar del otro es muy útil para establecer los límites”.
Comunicación social
Cuando hablamos de una acertada gestión del conflicto, precisamos más que nunca de una comunicación efectiva, de modo muy especial, cuando nos dirigimos a esa persona que nos irrita o ataca. Contratar un coach. Cuando hay una voluntad de cambio, una de las vías más efectivas de lograrlo es contratando a un profesional con formación y experiencia en este tipo de entrenamientos.